Cuando Jesucristo estuvo en la tierra, hizo muchas señales que fueron confirmadas por muchos testigos.
Una de estas señales fue cuando el Señor Jesús resucitó a Lázaro, quién había muerto hacía unos días (Juan 11: 38-44).
Lázaro había estado en la tumba durante cuatro días y ya hedía. Esto significa que su cuerpo ya se estaba desintegrando. Lázaro estaba, definitivamente, muerto.
Pero Jesucristo necesitó solamente una palabra para que el cuerpo se restaurara, el alma volviera y Lázaro viviera de nuevo! Salió fuera de la tumba completo y vivo. Es un poder que solo Dios tiene. Nadie puede resucitar a una persona muerta. ¡Jesucristo es Dios!
¿Te impresiona el poder del Señor Jesús? Imagina que tú mismo hubieras experimentado estos grandes milagros. Muchos de los judíos que estaban allí estaban tan impresionados por el milagro que creyeron en él. (Juan 11:45)
¿Y tú?
Lázaro fue una de las pruebas vivientes de que Jesucristo realmente es el Hijo de Dios. Todos los que lo vieron recordaron esta gran señal (Juan 12: 17-18). Por esta razón, los judíos que no creían en el Señor quisieron, incluso, ¡matarlo! (Juan 12: 9-11). Jesús demostró claramente que él era más que un ser humano y, sin embargo, murió en la cruz por nuestros pecados.
Cree en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios (Juan 20:30-31).
El Señor se manifestó a través de sus obras para que nadie pueda negarlo sin consecuencias.