La palabra evangelio significa literalmente “Buenas nuevas”. Esta palabra la encontramos en las Sagradas Escrituras (la Biblia) y se refiere exactamente a las buenas nuevas que Dios nos da.
El evangelio nos revela que Cristo vino a este mundo a morir por nuestros pecados y resucitó. Ahora bien, para poder entender esto primero debemos saber por qué lo hizo.
La Biblia presenta un mensaje claro y coherente acerca del estado del hombre. En Romanos 3:23 nos dice: Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.
Pecar significa quebrantar los mandamientos de Dios, es la rebeldía contra Dios y su voluntad. (1ª Juan 3:4). El pecado ha corrompido la naturaleza del hombre desde que Dios lo creó y el hombre lo desobedeció. Por lo tanto, el hombre es pecador por naturaleza y Dios ha declarado que el pecado del hombre lo condena a estar siempre separado de Él. (Romanos 6:23).
Entonces ¿Qué puede hacer el hombre ante tal situación? La respuesta es: por él mismo, nada. El hombre no puede alcanzar la salvación por sus propias obras, porque sus obras son malas (Juan 3:19). En Génesis 8:21 está escrito: El intento del corazón del hombre es malo desde su juventud. Esto quiere decir que desde que él tiene uso de razón peca y es un pecador.
Debido a que no hay forma de ganarnos la aceptación de un Dios santo, justo y perfecto, Dios ha provisto de un remedio para salvación de los hombres. La Palabra nos dice en Romanos 5:8: Mas Dios muestra su amor con nosotros, en que siendo pecadores, Cristo Jesús murió por nosotros.
Esta es la esencia del evangelio: nos revela la obra de Cristo efectuada en la cruz. A través de su sacrificio, Cristo vino a pagar por nuestros pecados.
Mediante el evangelio, que tiene poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, la vida del hombre es manifiesta, porque toca lo más profundo de nuestro ser, y lo trae a una convicción de arrepentimiento.
Sin embargo, nadie puede demandar ningún mérito propio para sí mismo por haberse arrepentido, sino que es sólo la benignidad de Dios que nos guía al arrepentimiento. (Romanos 2:4). Del mismo modo que sólo por Gracia somos salvos por medio de la fe y esto no es de vosotros pues es don de Dios. (Efesios 2:8).
Finalmente, cuando aceptamos el mensaje del evangelio por medio de la fe, somos aceptos a Él por la purificación de su sangre, y recibimos el perdón de nuestros pecados. Dios obra en nuestras vidas dándonos una naturaleza espiritual, una mente y espíritu renovados, un deseo y voluntad que son manifestados en buenas obras. (Efesios 2:10).
Espero que este texto ayude al lector a comprender la necesidad de aceptar el Evangelio, las buenas nuevas que Dios nos da.
DHV