La Biblia en Romanos 5:8 y 1 Juan 4:10 nos dice que Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
y En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados
¿Qué es la salvación de Dios?
El concepto salvación no se puede entender antes sin saber de qué quiere Dios salvar al hombreEl hombre en su naturaleza es pecador por cuanto, según la Biblia, el hombre cayó del estado de inocencia en el cual se encontraba antes del primer pecado de la humanidad; Dios le dio a Adán total libertad de actuación a excepción de un único mandamiento (Génesis 2:16-17), el no comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal por cuanto el día que lo hiciera moriría (cosa la cual acabó haciendo). Un único mandamiento que ni Adán ni Eva fueron capaces de cumplir sino que, por su desobediencia, provocaron el concepto bíblico del mal conocido como pecado y con el pecado se introdujo el dolor, el sufrimiento, el engaño y, principalmente, lo más temido por el hombre: la muerte. Como nos dice Romanos 5:12.
Un hecho que parece tan común y pequeño como desobedecer una norma, una única norma desencadenó fatales consecuencias ya no solo para el hombre que perdió su estatus de inocencia y que desde ese instante fue hecho responsable de su pecado sino también para la tierra que fue maldita por causa del pecado de Adán. Ahora, en nuestros tiempos actuales, podemos ver la consecuencia de esa desobediencia y una manifestación creciente de pecado en todos sus aspectos: solo hay que leer el periódico o mirar a nuestra sociedad actual para darnos cuenta de lo moralmente bajo que el hombre está cayendo y cayendo… Cuesta abajo y sin frenos como vulgarmente es dicho.
Las muchas religiones o el ateísmo solamente muestran la necesidad del hombre de buscar a su propio dios sea en falsos dioses o, en el caso del ateísmo, considerarse dios uno mismo. Todo ello a expensas de negar al Dios que lo creó. Nosotros, su criatura, por naturaleza de pecado, huimos de Él en busca de un bálsamo para negar la amargor de la realidad del pecado en el alma aislándonos en nuestra propia realidad ficticia. Pero la realidad es que Dios busca a la criatura que Él mismo creó para darle perdón, ¿pero qué perdón? El Perdón de pecados. Pero, ¿por qué? Dios es Justo y Santo, esto es que no puede tolerar ni pizca de maldad alguna y la Biblia nos dice claramente en Romanos 6:23 que la paga del pecado es muerte y Romanos 3:23 nos dice de los hombres que todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios
y que Dios es muy limpio de ojos para ver el pecado
como está escrito en Habacuc 1:13 cosa que hace que Dios esté totalmente en una postura de total contrariedad contra el pecado puesto que esto, en la obra que Él hizo, es una gravísima ofensa contra Su Santa Persona.
Por causa del pecado, Dios con toda justicia, ha ejecutado en tiempos pasados varios castigos severos en forma de juicio contra el hombre pecador como está escrito en dos relatos del Génesis: primeramente en Génesis 6:5-9 vemos la causa del tan conocido diluvio universal que Dios tuvo que mandar sobre la tierra a causa del pecado imperante e incesante de toda la población terrestre de aquellos tiempos a excepción de Noé, su ascendencia y descendencia. Tiempo después, Dios tuvo que volver a emitir un juicio contra el pecado imperante de los hombres pero esta vez en una escala menor pero aun solemne (2 Pedro 2:6 y Judas 1:7) contra las ciudades de Somorra y Gomorra cuya depravación era tan grande que llegó hasta la misma morada de Dios como nos es explicado en Génesis 18:20-21. ¿Entonces Dios es un Dios colérico que ejecuta juicios en su ira contra a aquel que haga un poco de mal
? En ninguna manera. Dios tuvo que juzgar la maldad desenfrenada con total justicia y si hubieran habido siquiera 10 personas justas, no habría habido juicio alguno como nos dice en Génesis 18:24-25 y 32 por lo que Dios actúa con justicia sobre el pecado pero también con compasión con el hombre impotente ante el poder del pecado.
La importancia de la salvación de Dios
La Biblia deja claro que, por una parte, Dios es justo y ha de juzgar el pecado pero que, por otra parte, Dios es amor y no quiere que el pecador perezca a causa de su pecado: Dios ama al pecador y le quiere dar una oportunidad para ser salvado de su pecado y, por ello, Él envió a Su Hijo Jesús, que en hebreo significa Salvador, al mundo como nos dice Juan 3:17. Jesucristo, Dios hecho carne, vino lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14) para dar a conocer al hombre pecador el hermoso mensaje de amor que Él trajo de parte Dios, Su Padre: las buenas nuevas de salvación. ¿Pero qué son estas buenas nuevas de salvación? 2 Corintios 5:19 nos dice que Dios estaba en Cristo reconciliando en Él al mundo consigo mismo ignorando los pecados de los hombres. ¿Y por qué tuvo Dios que actuar sobre el pecado enviando a Jesús, acaso no puedo yo mismo salvarme de mi propio pecado? Es algo totalmente imposible para el hombre salvarse de su propio pecado porque, primero de todo, la paga del pecado es muerte y todos, a diario, consciente y inconscientemente, cometemos pecado. No hay remedio humano para el pecado sino remedio divino: 1 Juan 3:5.
Dios siempre ha sido conocedor de la impotencia e incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo de sus pecados y por ello Él quiso dar un medio de salvación divino y perfecto: la obra que Jesucristo hizo en la cruz por todos y cada uno de nosotros una vez y para siempre (Hebreos 9:26). La deuda del hombre por su pecado era grande, pero la obra de Jesús en la cruz tuvo un valor aun mayor, muchísimo mayor. El Hijo Eterno de Dios, Dios hecho hombre, fue a la cruz para pagar la deuda que ningún hombre jamás pudo haber pagado por su pecado. ¿No es algo maravilloso? 1 Juan 4:10 nos dice Dios nos amó en Su Hijo y que Él, Jesucristo, tomando nuestro merecido lugar en la cruz, cargó con nuestros pecados y murió por ellos. El que no conoció pecado, tuvo que ser hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21).
La Biblia expresa que cuando más densas eran las tinieblas, muchísimo más resplandeció la luz de Dios en la cruz. El sacrificio de Cristo fue un sacrificio de vindicación, expiación y reconciliación. Vindicación por cuanto Cristo pagó la ofensa del hombre a Dios por cuanto el hombre atentó contra su justicia y santidad con su pecado. Expiación por cuanto es en ese único y perfecto sacrificio de Jesucristo, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que llevó el pecado de los pecadores para Él pagar el precio del pecado, es decir, la muerte que nosotros merecíamos. Reconciliación por cuanto el hombre estaba enemistado con Dios y Dios actuó en Su Hijo para traer de vuelta a Sí mismo a Su criatura perdida.
¿Fue obligado Jesús a ir a la cruz? No. Él quiso dar su vida por nosotros. Él dijo: Por eso me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo de Mí mismo la pongo. (Juan 10:17-18)
En Jesús, el Santo de Dios que no conoció pecado, Dios cargó el pecado de la humanidad y por la obra que hizo en la cruz, ahora el hombre puede acercarse a Dios libremente, en certidumbre de fe, por los méritos del Salvador Jesucristo, sabiendo que Dios le recibe como un hijo pródigo que muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. (Lucas 15:23-24)
¿Cómo obtengo la salvación de Dios?
En la muerte y resurrección de Jesús, Dios efectuó su plan de salvación definitivo para que el hombre tenga la posibilidad de estar un día en Su presencia no para ser condenado sino para gozar de dicha inefable, la obra de Cristo en la cruz ha sido suficiente para que todo aquel en Él cree, tenga vida eterna. Él dijo que era el Único Camino al Padre (Juan 14:6) y que Él no echa fuera todo aquel a quien a Él acude como Único Señor y Suficiente Salvador (Juan 6:37). Solamente Él es el Único Mediador entre Dios y los Hombres (1 Timoteo 2:5-6) y no hay ningún otro Nombre al que Dios responda para salvación de los hombres sino el Nombre de Jesús (Hechos 4:12).
Es preciso considerarse pecador y reconocer tal estado moral como lo hizo el hijo pródigo en Lucas 15:18-19 y 21. Dios quiere que vayamos a Él reconociendo nuestro estado pecaminoso y nuestra necesidad de ser limpiados en la sangre de Su Hijo Jesús y ser rescatados de nuestra vana manera de vivir como dice Hebreos 10:11-12 y 1 Pedro 1:18-19. Dios no desprecia al corazón contrito y humillado (Salmo 51:17) y Él mirará a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a Su Palabra (Isaías 66:2). Cierto hombre una vez preguntó qué había de hacer para ser salvo, a lo que se le respondió clara y concisamente: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:30-31). El creer con tu corazón que Jesús murió por todos los pecadores y confesar delante de Dios que Él es el Señor, es todo lo que necesita el hombre para ser salvo. Todos los que hemos creído en Jesús y lo hemos aceptado en nuestro corazón, reconocemos que Su muerte nos salvó y que nuestra salvación es por medio de la fe y no por ninguna obra que jamás pudiéramos hacer. Romanos 5:1 entre otros pasajes despeja toda duda de que la salvación de Dios por medio de Jesús para el hombre pecador es solamente por fe.